El nervio facial está unido directamente con el cerebro y su función es controlar la musculatura de la cara, la producción de lágrimas y saliva, la percepción auditiva, el cierre y apertura de los ojos y el sentido de gusto, alojado en la lengua.
Este nervio facial puede verse afectado por múltiples situaciones que provocan su mal funcionamiento. Entre estas causas de la parálisis facial podemos encontrar:
Existen dos tipos de parálisis facial que se clasifican en función de si el nervio facial se ha visto afectado directa o indirectamente:
Los síntomas de la parálisis facial pueden variar mucho dependiendo de las características de la persona y del alcance de la lesión y pueden ir desde una manifestación débil a una total, llegando a producir graves alteraciones de la calidad de vida del paciente (dificultad para comer, beber, hablar o expresar sus emociones).
Los principales, entre otros, son:
Desde el punto de vista oftalmológico, la parálisis facial puede provocar diferentes síntomas, todos ellos relacionados con la incapacidad del paciente para realizar movimientos voluntarios de los párpados:
El diagnóstico de la parálisis facial suele realizarlo el neurólogo o el otorrinolaringólogo después de que el paciente haya recibido una atención médica de urgencia.
Para ello se pueden realizar diferentes pruebas:
En este caso, el oftalmólogo realizará el seguimiento y el tratamiento a nivel ocular del problema adaptando el procedimiento médico o el tratamiento quirúrgico a las manifestaciones oculares del problema que puedan ir surgiendo.
Por lo tanto, el tratamiento oftalmológico de la parálisis facial debe ser complementario al resto de procedimientos indicados por el neurólogo y puede ir desde el uso de lágrimas artificiales para lubricar el ojo hasta una cirugía sobre los párpados, el uso de gafas de sol, pomadas epitelizantes, parches o la colocación de una pesa en el párpado superior.