Existen diferentes clasificaciones de los tumores en el ojo, en función de:
La única vía para determinar con seguridad si un tumor es maligno o benigno es examinar el tejido con el microscopio (biopsia).
La mayor parte de los tumores intraoculares no se pueden prevenir, pero sí que es posible diagnosticarlos precozmente. Para ello, es aconsejable hacerse anualmente una exploración rutinaria del fondo de ojo a partir de los 50 años.
Solo en el caso de los tumores palpebrales pueden tomarse medidas preventivas, como protegerse del sol, especialmente en el caso de las personas de piel clara.
Las lesiones malignas pueden volver a presentarse con el paso del tiempo, por lo que es importante que, una vez tratadas, el paciente se realice un seguimiento periódico.
Los tumores oculares deben diagnosticarse y tratarse específica y adecuadamente para favorecer la conservación de la visión y el pronóstico vital del paciente.
El tratamiento de los tumores oculares puede pasar por uno o varios de estos procedimientos cuyo objetivo es eliminarlos o detener su crecimiento:
La mayor parte de los tumores intraoculares no se pueden prevenir, pero sí que es posible diagnosticarlos precozmente. Para ello, es aconsejable hacerse anualmente una exploración rutinaria del fondo de ojo a partir de los 50 años.
Los melanomas oculares suelen tener su origen, mayoritariamente, en la capa intermedia del ojo, la úvea.
No se conocen con exactitud cuáles son las causas del melanoma ocular, pero diversos estudios han logrado identificar una serie de posibles factores de riesgo:
En sus primeras etapas, el melanoma ocular no produce ningún síntoma y no se puede apreciar a simple vista.
A medida que la enfermedad avanza, es común que el paciente comience a notar anomalías visuales como: