La conjuntivitis se produce por la inflamación de la conjuntiva ocular, que es la membrana mucosa que cubre la cara posterior de los párpados y la parte anterior del globo ocular. Las conjuntivitis más comunes en los niños (hasta un 80%) son las infecciosas (víricas o bacterianas), que son muy contagiosas y difícilmente pueden prevenirse. Los niños también pueden sufrir conjuntivitis alérgicas.
El principal síntoma de la conjuntivitis es picor o dolor en el ojo, enrojecimiento e inflamación de la conjuntiva y lagrimeo o secreciones.
Todos los tipos de conjuntivitis tienen un tratamiento, pero para poder determinar cuál es el más adecuado, el médico debe conocer la causa de la inflamación.
El ojo rojo en el niño es una de las causas más frecuentes de consulta a todas las edades y puede tener un origen infeccioso o no infeccioso.
El ojo rojo puede ir acompañado de otros síntomas como secreciones, infecciones de las vías respiratorias altas, dolor o pérdida de visión.
El ojo rojo es una manifestación clínica de un amplio grupo de enfermedades oftalmológicas, que van desde patologías muy simples a alteraciones que pueden afectar a la visión, sobre todo teniendo en cuenta que el ojo del niño está en pleno desarrollo visual. El oftalmólogo pediátrico debe determinar la causa del ojo rojo para indicar el tratamiento más adecuado.
La retinopatía del prematuro es una enfermedad ocular que aparece en algunos niños que nacen prematuramente. Está provocada por la aparición y crecimiento de vasos sanguíneos anormales en la retina, la capa de células sensible a la luz que recubre la parte posterior del ojo y que nos ayuda a ver. Estos vasos sanguíneos anormales pueden llegar a desaparecer o pueden continuar desarrollándose y causando problemas oculares como miopía, desprendimiento de retina, estrabismo o glaucoma, entre otros.
La retinopatía del prematuro no presenta síntomas. La única manera de detectarla es a través de un examen por parte del especialista en oftalmología pediátrico.
En un primer momento es habitual que el especialista analice la evolución de la enfermedad. Si el crecimiento de los vasos sanguíneos anormales continúa existen varias opciones de tratamiento: láser, crioterapia, inyecciones de medicamentos? Además, el oftalmólogo debe descartar otros problemas de visión asociados a la retinopatía y, en el caso de que aparezcan, controlarlos mediante gafas, el uso de parches o cirugía.
Las cataratas congénitas son opacidades del cristalino (la lente natural del ojo) que se presentan en el momento del nacimiento. Esta lente debe ser transparente para permitir que las imágenes sean percibidas correctamente. Son poco frecuentes y suelen estar asociadas a otras enfermedades o síndromes. Es muy importante detectarlas y tratarlas a tiempo, ya que los niños siguen desarrollando su capacidad visual y un cristalino opaco puede evitar que este proceso se complete correctamente.
Existen síntomas específicos de las cataratas congénitas: el bebé parece no ser consciente de los objetos que le rodean y opacidad gris o blanca de la pupila, entre otros. Es imposible prevenirlas por lo que es necesario acudir al oftalmólogo infantil ante cualquier sospecha.
El especialista oftalmológico valorará si la catarata dificulta la visión para realizar o no una cirugía y esta puede ir acompañada o no del implante de una lente intraocular. El oftalmólogo valorará también la necesidad del uso de gafas, parches, terapias de rehabilitación visual o tratamientos para problemas asociados, como el estrabismo.
La estenosis o estrechamiento de los conductos lagrimales es una de las afecciones más comunes en los recién nacidos. Se produce porque el sistema de conductos nasolagrimales del niño está insuficientemente desarrollado, lo que provoca la obstrucción de dichos conductos, lagrimeo e infecciones.
Los síntomas se suelen presentar entre el nacimiento y los 3 meses de vida. Los signos más frecuentes suelen ser el exceso de lagrimeo, incluso en ausencia de llanto, secreciones, enrojecimiento de la comisura interna de los párpados o inflamación del saco lagrimal.
En la mayor parte de los casos la obstrucción del lagrimal desaparecerá antes de que el niño cumpla un año, aunque es necesario consultar con un oftalmólogo pediátrico. El especialista podrá recomendar el uso de medicamentos antibióticos, masajes suaves y limpiezas periódicas. En algunas ocasiones puede llegar a ser necesaria la cirugía.
El glaucoma congénito es un conjunto de enfermedades que se caracterizan por la existencia de anomalías que provocan el aumento de la presión intraocular, lo que daña el nervio óptico, que es el encargado de transmitir la información al cerebro. En ocasiones está presente desde el nacimiento, pero también puede producirse hasta los tres años, a partir de los tres años e, incluso, en la adolescencia (forma menos frecuente).
El principal síntoma del glaucoma congénito es la presión intraocular elevada, lo que no es perceptible a simple vista. En algunas ocasiones el diagnóstico lo realiza el pediatra, aunque los padres pueden percibir signos como lagrimeo, fotofobia o blefaroespasmos (cierre involuntario de los párpados). En los casos más graves se producen opacidades corneales.
El tratamiento es quirúrgico y debe ser realizado a tiempo para preservar la visión. El objetivo de la cirugía es reducir la presión intraocular para que no se sigan produciendo daños en el nervio óptico y preservar la visión. Es común, además, que los niños afectados por esta patología deban someterse a rehabilitación visual o el uso de gafas.