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Bye bye gafas con Cirugía Refractiva

Gafas mal graduadas: síntomas que lo indican y posibles consecuencias y complicaciones

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Llevar las gafas mal graduadas es mucho más común de lo que pensamos. Por pereza o por despiste, son muchas las personas que no acuden al óptico o al oftalmólogo con la frecuencia recomendada, que debería ser de al menos una vez cada dos años o una vez al año en el caso de las personas mayores de 50 años. Esta situación provoca que las gafas que les proporcionaban una buena visión hace un tiempo, hayan perdido, progresivamente gran parte de su eficacia.

¿Cuáles son los síntomas de unas gafas mal graduadas?

Existen una serie de síntomas que indican que debemos  pasar por la óptica urgentemente y cambiarnos de gafas o, cuanto menos, de cristales:

  • La visión no es nítida. Probablemente es el síntoma más importante. Si no somos capaces de distinguir con claridad los objetos de cerca o de lejos es que tenemos que hacernos una revisión oftalmológica. En ocasiones, la mala visión solo se produce en determinadas circunstancias, por ejemplo de noche o en condiciones de escasa iluminación. Pero no por ello debemos dejar de actualizar la graduación de nuestros cristales.
  • No se ve bien por alguno de los ojos. En ocasiones, los problemas de visión se concentran en solamente uno de los dos ojos, bien sea porque es el único que tiene dioptrías de algún problema refractivo o porque, de alguna forma, el ojo con mejor visión está compensando a su compañero. 
  • Fatiga visual. Si no vemos bien con las actuales gafas, tendemos a forzar la vista, lo que nos puede acarrear diversos problemas: lagrimeo, mareos, enrojecimiento de los ojos y hasta dolor de cabeza.

Consecuencias de usar gafas mal graduadas

A diferencia de lo que se suele creer, usar unas gafas mal graduadas no va a provocar que el paciente adulto pierda más capacidad visual a largo plazo de la que perdería en otras circunstancias. Eso sí, es muy probable que acabe padeciendo los molestos síntomas que hemos descrito previamente: visión borrosa, visión doble, mareos, dolores de cabeza…

En el caso de los niños y los adolescentes, unas gafas mal graduadas sí pueden favorecer que las dioptrías aumenten más rápidamente, ya que sus ojos todavía no están desarrollados al completo.

¿Las gafas mal graduadas pueden causar dolores de cabeza?

Unas gafas con una graduación inapropiada pueden provocar que los ojos del usuario realicen un sobreesfuerzo visual para ofrecerle la mejor visión posible. Si esta situación se alarga en el tiempo pueden aparecer mareos y dolores de cabeza y de ojos.

¿Qué hacer si creo que mis gafas están mal graduadas?

Si notas alguno de los síntomas descritos y crees que podrías estar usando unas gafas con cristales mal graduados, es necesario que acudas a un oftalmólogo para confirmar si tu problema refractivo ha empeorado y, por tanto, necesitas adaptar tus gafas a tus nuevas necesidades visuales.

En todo caso, la recomendación general es realizarse un examen visual periódicamente y así detectar a tiempo las variaciones de graduación o cualquier otro problema visual que pueda aparecer.

¿Qué relación existe entre las lentes mal graduadas en niños y el fracaso escolar?

Muchos estudios asocian directamente las gafas mal graduadas con el fracaso escolar en un porcentaje significativo de niños y niñas.

Es lógico. Ver perfectamente es fundamental para poder seguir las indicaciones del profesor en la pizarra o poder leer y escribir sin tener que realizar un esfuerzo adicional que lleve al cansancio excesivo y, por lo tanto, a no poder mantener la atención ni la concentración el tiempo suficiente.

Los expertos cifran en aproximadamente un 30% el fracaso escolar relacionado directamente con problemas de visión no diagnosticados o mal corregidos. Esto es fácil de entender porque, especialmente durante los primeros 12 años de vida, aproximadamente el 80% del desarrollo educativo tiene lugar a través de la vista. Por otro lado, entre el 5 y el 10% de los niños de preescolar y el 25% de los escolares usa gafas, pero se calcula que este porcentaje debería ser mayor. La explicación de este desajuste es que muchos niños y niñas no son conscientes de sus problemas de visión o no han sido diagnosticados correctamente.

Además, los niños en edad escolar son las personas que más fácil y rápidamente pueden llevar sus gafas mal graduadas, ya que su graduación puede cambiar cada pocos meses por encontrarse en pleno desarrollo. Y casi siempre precisan de más dioptrías en sus cristales.  

Durante muchos años, las gafas graduadas fueron la única solución posible para corregir los problemas refractivos (miopía, hipermetropía y astigmatismo). Aunque muchas personas consiguen una visión aceptable con ellas, lo cierto es que las gafas presentan muchos inconvenientes:

  • A muchas personas no les quedan bien estéticamente.
  • Son engorrosas, molestas y poco prácticas.
  • Se empañan, se ensucian, se rayan y se rompen con facilidad.
  • Complican mucho la práctica de ciertos deportes e, incluso, impiden otros, como los de contacto o los acuáticos.

Por suerte, con la aparición de las lentillas, y, luego de la cirugía refractiva, las gafas han dejado de ser la única opción. Existen otras alternativas para poder ver bien desde todas las distancias y en cualquier circunstancia.

Conclusiones clave

Unas gafas mal graduadas pueden provocar síntomas muy incómodos para el usuario: dolores de cabeza, visión borrosa, mareos....

* En el caso de los niños, pueden agravar los problemas refractivos y provocar fracaso escolar debido a la mala visión.
* Ante los síntomas descritos es necesaria una revisión por parte de un especialista que valore si es necesaria una nueva adaptación de las gafas.


Fuentes



 

Autor

  • Dra. Julia Méndez

    La Dra. Julia Méndez es oftalmóloga especialista en cirugía refractiva, cirugía de la presbicia y cataratas. Desarrolla su labor asistencial en Clínica Baviera Pamplona.

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