La anisometropía se define como aquella condición refractiva binocular en la que el error refractivo de un ojo (miopía, hipermetropía y/o astigmatismo) difiere del otro.
La anisometropía se considera clínicamente significativa cuando esta diferencia en el poder refractivo es de una dioptría o más en el componente esférico o cilíndrico. Es decir, que una persona padece anisometropía cuando padece una diferencia de graduación notable entre ambos ojos.
Cuando esta disparidad es de más de tres o cuatro dioptrías puede llegar a comprometer la visión binocular, comprometiendo la visión estereoscópica o estereopsis, que es la capacidad del sistema visual de recomponer una sola imagen tridimensional partiendo de las dos imágenes diferentes enviadas por los ojos. Esto ocurre porque si esta diferencia de graduación no se compensa, el cerebro suprime la imagen más borrosa y aparece la ambliopía u ojo vago.
La anisometropía se presenta en pacientes que:
La anisometropía puede tener diferentes causas:
Los síntomas que presenta un paciente con anisometropía pueden ser muy variados y van desde visión borrosa a dolores de cabeza pasando por el estrabismo.
El paciente también puede no presentar ningún tipo de síntoma.
La anisometropía puede afectar a la visión binocular de muy diversas maneras y, en ocasiones, de forma grave:
El tratamiento de la anisometropía, tras la revisión y diagnóstico por parte del especialista, suele ser el uso de gafas o lentes de contacto con la graduación adecuada para cada ojo.
En el caso del ojo vago, las gafas con graduación correcta se complementan normal mente con el uso de parches sobre el ojo sano para obligar al otro a esforzarse y desarrollarse.
También se pueden usar otras alternativas como:
El ojo vago es bastante frecuente y, afortunadamente, tiene un altísimo porcentaje de recuperación total siempre que se trata a tiempo, lo ideal es hacerlo antes de los 7 u 8 años. El problema es que, si no se detecta en la infancia, el problema puede prolongarse durante toda la vida adulta, disminuyendo y, muchas veces, imposibilitando las posibilidades de corrección. Un ejemplo más de la gran importancia de la detección precoz y las revisiones oftalmológicas con periodicidad anual.
La aniseiconia se define como aquella condición de la visión binocular en la que existe una diferencia relativa en el tamaño y/o la forma entre las imágenes retinianas.
Como hemos comentado con anterioridad, esta aniseiconia puede aparecer, entre otras causas, como complicación de la anisometropía, cuando el sistema visual trata de compensar las diferencias de dioptrías entre un ojo y el otro.
Los expertos consideran que el sistema visual puede compensar hasta un 5% de aniseiconia. A partir de esta cifra, la función binocular se suele ver significativamente afectada ya que el cerebro no puede integrar las dos imágenes.
Por lo tanto, la anisometropía y la aniseiconia pueden llegar a confundirse, pero representan un problema diferente, aunque ambas pueden llegar a conducir a la aparición de ambliopía u ojo vago. Por esta razón, es muy importante un diagnóstico y un tratamiento precoz.
En los casos en los que, debido a la aniseiconia, el cerebro no integra las imágenes recibidas por los dos ojos, es bastante habitual que el paciente presente estos síntomas:
Visión doble (diplopía).
A grandes rasgos, podemos decir que existen tres tipos de aniseiconia:
En el caso de los pacientes con aniseiconia, no siempre funciona el uso de gafas regulares, especialmente cuando existe una gran diferencia de graduación entre los dos ojos.
Los tratamientos más habituales para paliar la aniseiconia son: