Dr. Pablo Alcocer
Especialista en: Cirugía Refractiva, Presbicia, Cataratas y Glaucoma.
Clínicas en las que atiende: Castellón.
El glaucoma ocular resulta muy difícil de detectar hasta que se encuentra en una fase avanzada, ya que no suele presentar síntomas. Es importante tener en cuenta que los daños ocasionados por esta patología son irreversibles, por eso es fundamental la prevención.
El daño que produce el glaucoma en el ojo es irreversible, por eso el diagnóstico se debe realizar cuanto antes.
Los mecanismos causantes de esta enfermedad neurodegenerativa no son muy conocidos, aunque todo apunta a que puede deberse a una elevación de la tensión o presión intraocular.
En la aparición de esta patología también pueden intervenir otros factores, además de la presión ocular. De hecho, las personas con mayor riesgo de desarrollar glaucoma son:
Para entender el proceso de aparición del glaucoma resulta esencial conocer el funcionamiento del sistema visual:
Existen varios tipos de glaucoma, en función de las causas que generan el deterioro del nervio óptico y, por lo tanto, la pérdida de visión:
Es el tipo de glaucoma más frecuente ya que afecta aproximadamente al 80% de los pacientes con esta enfermedad.
En este caso, las estructuras del ojo son aparentemente normales y el ángulo que forman la córnea y el iris por el que el humor acuoso sale hacia el exterior del ojo está abierto pero, por diferentes motivos, se produce un deterioro progresivo de este sistema de drenaje del ojo que acaba por no funcionar correctamente.
Esta obstrucción lenta de los canales de drenaje genera un aumento progresivo de la presión intraocular y el consiguiente daño en el nervio.
Este tipo de glaucoma no suele dar señales de alerta hasta que se encuentra en fases avanzadas en las que ya existe una pérdida irreversible del campo visual.
Es un tipo de glaucoma menos frecuente que se presenta en pacientes en los que el ángulo formado por la córnea y el iris se cierra total o parcialmente e impide la salida del humor acuoso.
Este bloqueo del sistema de drenaje puede ser lento (glaucoma de ángulo cerrado crónico) o más rápido en forma de ataque (glaucoma de ángulo cerrado agudo), lo que provoca un aumento rápido y brusco de la presión intraocular.
El glaucoma de ángulo cerrado agudo tiene la particularidad de presentar síntomas frente a otras variables de la enfermedad que son asintomáticas. Estos síntomas pueden ser:
Una vez se presentan estos síntomas, es habitual que este tipo de glaucoma provoque daños generalmente muy notables en el campo visual del paciente.
El ataque agudo de glaucoma se suele producir en un solo ojo a la vez, pero es habitual que este proceso se repita en el segundo ojo del paciente con posterioridad.
Cuando se produce uno de estos ataques, el paciente necesita atención médica inmediata y generalmente se considera una urgencia médica.
Se produce cuando la presión intraocular se encuentra dentro de los niveles considerados estadísticamente normales de forma permanente (por debajo de los 21 mmHGg) y, aun así, las fibras del nervio óptico aparecen dañadas y se produce pérdida del campo visual.
Las causas de este tipo de glaucoma son desconocidas pero la salud del nervio óptico está tan comprometida que, incluso una presión intraocular normal, puede resultar nociva.
Este tipo de glaucoma aparece en recién nacidos o en niños pequeños (antes de los tres años). Se debe a que se ha producido el desarrollo incorrecto o incompleto del sistema de drenaje del ojo durante el periodo prenatal o a que este está obstruido por alguna razón. Esto genera un aumento de la presión intraocular y el daño severo e irreversible en las fibras del nervio óptico.
Algunos de los síntomas que pueden provocar la alarma en los padres o en el pediatra son:
Es poco frecuente, puede estar asociado a otras complicaciones oculares y normalmente es hereditario.
Es aquel que aparece asociado a otros problemas visuales (tumores, cataratas, inflamaciones…) o que está provocado por un agente externo (uso de determinados fármacos).
En este caso, el nervio óptico y los mecanismos de drenaje intraocular se ven afectados sin ser responsables directos de la disfunción.
Algunos tipos de glaucoma secundario son:
Es poco frecuente, puede estar asociado a otras complicaciones oculares y normalmente es hereditario.
El glaucoma, en la gran mayoría de los casos, es una enfermedad asintomática hasta fases avanzadas por eso se la conoce como “ceguera silenciosa”.
La pérdida de visión provocada por el glaucoma se suele producir de forma muy lenta y suele afectar primero a la visión periférica (lateral), llevando a lo que se conoce como “visión de túnel” o “visión en escopeta”.
En las variedades menos frecuentes de glaucoma, como el glaucoma agudo de ángulo estrecho, los síntomas pueden llegar a ser severos.
El carácter generalmente asintomático de esta dolencia, que es la segunda causa de ceguera en los países industrializados después de la diabetes, convierte el diagnóstico precoz en fundamental. Por eso es muy importante que las personas con perfiles de riesgo se sometan a revisiones oftalmológicas periódicas.
Si la enfermedad se detecta a tiempo y se siguen las pautas del especialista, se puede llegar a frenar la pérdida visual.
La mejor manera de diagnosticar el glaucoma es que el oftalmólogo le realice al paciente un examen ocular completo. Una prueba de glaucoma que sólo mida la presión intraocular no es suficiente para detectar esta patología.
Este examen ocular completo para diagnosticar el glaucoma debe incluir, al menos, las siguientes pruebas:
ExExisten diferentes tipos de glaucoma, y el tratamiento que prescriba el especialista dependerá de las características concretas de la dolencia y del paciente que la sufra, además de en qué momento se le haya diagnosticado la enfermedad y de cómo haya evolucionado.
El factor común en todos los tipos de glaucoma es el daño que se produce en el nervio óptico secundario, que suele estar relacionado con una presión intraocular elevada. Por eso, la gran mayoría de los tratamientos están dirigidos a controlarla.
En todo caso, debemos tener en cuenta que el daño que produce el glaucoma es irreversible y todos los tratamientos se orientarán a frenar su progresión, ralentizando el deterioro progresivo del nervio óptico y la pérdida del campo visual.
Los principales tratamientos para el glaucoma son:
La operación no suele ser la primera opción de tratamiento elegida por los especialistas para abordar los casos de glaucoma a no ser que el daño en el nervio óptico sea considerable cuando se realiza el diagnóstico.
En un primer momento, el oftalmólogo suele tratar de disminuir la presión intraocular recurriendo a los fármacos hipotensores en forma de colirio. Existen multitud de medicamentos disponibles para tratar el glaucoma y, en caso de que la primera elección no funcione, el médico puede modificar, tanto la dosis como el fármaco empleado.
Cuando el tratamiento con medicamentos no resulta efectivo y la enfermedad sigue avanzando, los médicos pueden recurrir a tratamientos quirúrgicos. La mayor parte de las operaciones para tratar el glaucoma están orientadas, bien a frenar la producción de humor acuoso, o bien a mejorar su drenaje.
La mitad de los casos de glaucoma se encuentran sin diagnosticar porque es una enfermedad que no suele dar síntomas.
Hasta un 90% de la ceguera provocada por el glaucoma podría evitarse mediante un diagnóstico precoz.
En muchos casos, el paciente percibe los primeros síntomas de disminución del campo visual provocada por el glaucoma porque tiene dificultades para bajar las escaleras o esquivar algunos objetos.
No todas las personas que tienen una presión intraocular alta tienen glaucoma, aunque sí tienen riesgo de desarrollar la enfermedad y, por tanto, de que se produzcan daños en el nervio óptico.
En las primeras fases de la enfermedad el paciente con glaucoma puede no percibir los cambios visuales que este provoca, ya que solo se ve afectada la visión periférica de forma gradual. Si la enfermedad va progresando, el paciente percibirá que su visión va adquiriendo forma de túnel hasta que también se ve afectada la visión central.
Cualquier estrategia de tratamiento de la enfermedad tiene como objetivo controlar la presión intraocular para evitar que se produzcan daños en el nervio óptico. Para ello, los oftalmólogos especializados en glaucoma pueden emplear fármacos, cirugía láser y cirugía convencional.
Si el glaucoma se diagnostica a tiempo y se establece un tratamiento, con el adecuado seguimiento por parte del especialista y atención por parte del paciente, es muy probable que este pueda llegar a conservar la vista.
Por lo tanto, para prevenir el glaucoma en el caso de los pacientes que tengan algún antecedente familiar se recomienda realizar un examen oftalmológico completo antes de los 20 años. En el caso de pacientes sin factores de riesgo aparentes, se sugiere realizar un estudio del ojo a partir de los 40 años.
A continuación damos algunas indicaciones que deben respetar las personas con glaucoma:
Esta cirugía de drenaje consta de los siguientes pasos:
4,8/5